martes, febrero 26, 2013

Leo Lobos


Silencioso dentro de la noche
Por Leo Lobos

Fluir, leve andar
descalzo inflar lentamente los pulmones
pesar cada paso sentir
cada instante entrar
silencioso dentro
de la noche
como sí ella
fueras







Leo Lobos (Santiago de Chile, 1966). Poeta, ensayista, traductor, artista visual y gestor cultural. Laureado UNESCO-Aschberg de Literatura 2002.
                        

carlos reyes-manzo

Soldaditos de plomo

A las horas de las batallas los soldados corren gritan
disparan matan disparan
caen y mueren donde lo ordena el general

Barro y sombras envuelven las trincheras
en el frente de guerra
noches sombras y alambres de púa
tierras quemadas tierras arrasadas
Frías las lluvias
resbalan por el rostro de los soldaditos de plomo

Para los generales es otra de las guerras humanitarias

No hay prisioneros en las guerras del general
todos los enemigos son ejecutados por los aliados

Y las guerras continúan soldados disparen, maten
disparen ordena el general
y los soldaditos de plomo siguen disparando
jugando y matando en la imaginación del general

Desde la distancia se escuchan gritos de una mujer
ven a cenar! a cenar! llama la madre del niño general


Walter Pineda


SEDUCEME BAJO LA HOZ DE TU LUNA
Sedúceme con un beso y una mirada
Hazme ese escalofrio sedante que me vence
Sedúceme con el perfume de tu cuerpo
Vuelvete metal fundido en mi crisol
Sedúceme con esa bella sonrisa de tus labios
Sedúceme con un susurro en mis oídos
Y dejame ser esto que soy y quema espiga y luna
Sedúceme como la brisa se lleva las hojas
Sedúceme despacio y lentamente
solo con el tic tac de tu corazón
Sedúceme como el atardecer quema el horizonte
Sedúceme con el tacto de tu mano en mi mano
con el calor miel de tu mirada silenciosa
con terciopelo ardiente de tus pechos
con el escalar de tus labios en mi piel
o con la simple rosa de tu trigal de deseos
Tócame con tus ojos profundo el corazón
Ya vulnerable a las frutas de tu paraíso
Y Hazme pecado si lo desea tu hambre
Hazme santo si lo reza tu santuario de diosa
Hazme naufrago de tus brazos si no estás
Hazme subdito de tu reino de cielo y tierra
Hazme esclavo de tu cósmica comarca de sueños
Verso en llamas, poema derretido,
rima en relámpago bruñida
Pero no me nieges ser poeta en tu corazón…
Y al caer el día tras su tiara de astros
Sedúceme tan solo con tu presencia
lo demás… déjamelo a mi.

©WalterPineda2013

RANULFO IBACACHE LAGOS


CANTO A PUERTO SAAVEDRA   )
Mirando al horizonte, al infinito, el mar de cadenciosas ondas finas,
el río que cual vía se agiganta, cruzando la laguna cristalina,
el gris paisaje muerto de las dunas, el verde serpentear de las colinas,
el lento caminar de unas carretas de siempre taciturnos campesinos,
…Parece que este pueblo fuera un mito llegado de recónditos caminos.-

Histórica ciudad de sol y viento, situada cual un faro al litoral,
silente puerto, fin de barcos muertos, que antaño recalaron a  tu faz.

Existe un tiempo ido de tristeza, dejado como un hito en tu existir,
que llora cual viento en tus laderas, en busca de horizontes donde ir.

La fuerza de tu mar, azul inmensa, en días de patriótica epopeya,
borró en espuma blanca tu existencia, de urbe progresista grande y bella.

El llanto, que a los cielos impotente, lanzaste con tus hijos con dolor,
Quedó en las aguas grises para siempre, del Budi con sus cisnes y su amor.

…Y el tiempo generoso ha transcurrido, trayendo nueva luz a tu solaz
Y el pueblo nuevamente ha revivido, más bello, más fecundo, y más audaz.
…Hay que reverder las hojas muertas!, sembrar de flores todas las laderas!
Pues bajo nuestro andar de tierra hierta, hay vida de silencio y grande espera
…Por eso es que al decir Puerto Saavedra, hay hombres pioneros que evocar;
Son tantos…, tan valientes…, tan audaces…,Hijos todos de Lago.. Río…y Mar!.-

Aida Santelices



ENTRE MIS PECHOS     ( Kostópulos)
Cargaré una estrella en la frente
para que me reconozcas en el cielo
o el infierno
o entre paréntesis
el más allá
donde aún mi fe persigue 
cuadrar las cuentas del amor.
Llevaré la sal del desierto
entre mis pechos
para que reconozcas
que fui
yo
quien
amamantó tus sueños
yo
quien regó tus huesos
yo
que ofrecí
mi  risa
yo…

¡A ti te digo...!


KARYN HUBERMAN


EDITH AMALIA RUBIO VERGARA



MADRE ESTRELLA

MADRE, TIBIA Y BELLA PALABRA
SABIA, FAMILIA FORMASTE
DE DOS VIDAS, PADRE Y MADRE
EN UN ALTAR ANTE DIOS,
UN DIA FUISTE BENDECIDA Y CONSAGRADA.
PADRE Y MADRE, YOLANDA Y JOSE
CON VUESTRO MUTUO AMOR Y ENTREGA
TRAJISTE MAS VIDAS, CATORCE HIJOS, HIJAS
MARAVILLA CELESTIAL, CAPULLOS DE MIEL.
MADRE YOLANDA, BELLA MADRE
FUERTE HAZ DE LUZ, CON TU AMOR
MAS TU BLANCO Y PURO VIENTRE,
MUCHA SEMILLA ALUMBRASTE
SIN LAMENTOS, SIN QUEJARTE,
EN EL JARDÍN DE TU HOGAR
ABNEGACIÓN Y ESMERO AHÍ DEJASTE.
YA NO ESTA EL JOSE, JOSE PADRE
TE FUISTE UN DÍA, MARCHITO Y CON PENAS, 
ADORNAS EL CIELO, ACOMPAÑADO DE ÁNGELES,
SOLA QUEDA LA YOLANDA, LA MADRE
CON SUS CAPULLOS, YA LIRIOS Y AZUCENAS.
FELICES TE TENEMOS, DULCE Y TIERNA MADRE
MAS NO OS PREOCUPÉIS, QUE TUS LIRIOS Y AZUCENAS
FORMARON YA Y CON MUCHO AMOR, NUEVOS JARDINES
MAS PEQUEÑOS, LLENOS DE MARGARITAS, 
ALELÍES Y JAZMINES.
MADRE, NUESTRO PADRE NOS OBSERVA DESDE EL CIELO,
SU AMOR NOS TOCA, MAS SI FUERA UN LUCERO
CERCA DE LA LUNA LLENA, AHÍ ESTA
PACIENTE TE ESPERA, QUE ALGÚN DÍA LO ACOMPAÑES;
CUANDO EL SEÑOR TE LLAME
Y TE CONVIERTAS EN UNA BELLA ESTRELLA,
GRAN ESTRELLA LA YOLANDA,
ESTRELLA MADRE.

STELLA MARIS SANDOVAL



      El espejo en el estanque

El hombre lame las patas de la oscuridad,
hay un sollozo de costumbres y otro perfume fugitivo en el iris.
En el recuerdo, la sombra guarda una apariencia exquisita,
tiene el óxido de la armadura y la suerte de fingir un color.
Estoy donde quieres que viva, en la ciudad de la gracia eterna,
entre los puntos cardinales y los meridianos que agitan mi barriga.
Caravanas de cultos y capillas lumínicas abren sus monederos,
deporte añejo, herencia del dios ateo como la misma muerte.
Estoy por estar. Zigzagueo la mirada hacia los muelles,
los barcos se conforman con aproximar los latidos y trasladar las barrancas;
del otro lado, lo virginal deja de ser el sueño, cuando la tierra queda bajo las aguas y
los veranos buscan otras lechuzas.
Los espejos empañan al monumento, las alas tienen el pretexto roto.
El lugar que habito posee la firmeza de mis piernas y una enfermedad hueca en sus pulmones.
Los árboles poseen la sabiduría de las venas,
se mojan las vestiduras para pintar el torso de quienes enraizados beben de algún cáliz.
Una rama aquieta el dolor de un cristo, los pasos deambulan por este suelo, lo aman,
no creo que él esté contento.
Se asoma lento, el progreso mira hacia la costanera,
el paisaje quiere el cambio, pero los hombres se cierran.
La batalla resumió los ciclos de la austeridad, bañó con sangre de muchos al campo y
debilitó la victoria.
Mi ciudad resiste los tornados, su andar es pequeño,
el monstruo se trago el cine y un teatro quiere llenarse de bestias.
Las voces de los indios muestran la cultura mientras el arte se busca lejos,
acá nació la verdad de esta letanía.
Fueron barro y tierra, zanjones y campos, me crecieron los arbustos, los sauces,
y los palos borrachos, pocos ceibos y algún pino que hamaca el silencio de los héroes.
Los edificios arrasan con el verde y todos los olvidos mutilan la extrañeza.
El Convento, los franciscanos, los curas, las monjas, otras escuelas y muchos personajes,  San Martín y sus granaderos, y el 3 de febrero, hicieron  honor a la patria libertada.
En el estanque está guardada la esperanza, vanagloria de los rostros sucesivos de otra nada,
porque en mi pueblo la nada se hizo virtud y el vacío la promesa obsecuente.
El violeta vibra para que la luz haga perenne a alas de cemento.
Estoy sola y miro.
Pinta los vidrios, sueña, el niño también mira.


José Valle Valdés


Desmenudeado

Diminuto en su cuerpo tumbado
un hombre valúa sus flaquezas.
Razón de su rumiar personal.
Supone conflictos inevitables y se refugia,
a manera de conciliábulo
que con prudencia clandestina
progresa entre las sombras.

Cohabita pantomimas y caricaturas.
Asegura que recurre
en pos de terceras opciones.
Tal mudado por íntima tribulación
enaltece su mejor atributo. 
Paréale  cualquiera de las extrañas bardillas
en su renuncia al mundano escozor
que avasalla en los estropicios.
Imposibilitado, no concibe amparo
en la coyuntura que le depone.
Residual, mínimo, escamotea cualquier luz.
Cohabita con gestas singulares
que oscilan en sus fantasías,
soberbio a pesar de todo.
 La presión de esta ciudad
valida las pirámides invertidas
donde muchachas anticipadas
desnudan la gracia de los ojos
cansados y aburridos
de los apabullados por el inmenso ritmo;
ya incapaces de testificar, con buena razón,
la inclemencia de esta escapatoria
hacia una infinita rumba. 

ERMELINDA DÍAZ


“El vuelo del alma” (II, 518):

Cuando el alma se satura matinal en el espacio
y en su vuelo hasta el cenit llegó en la altura,
nada puede detenerla en el ocaso …
¡Ni en la meta de la luz quedar a oscuras!
Vuelve el alma golondrina y mensajera,
ya del cuerpo en raudo vuelo separada,
ya cumplida su misión aquí en la tierra,
¡vuelve al nido donde tiene su morada!
…   …   …
Patria, cuando yo muera,
Me escaparé del alma
para buscar tus cauces,
me volcaré en el agua
renaceré en tu nombre.
Te arrullaré en los ríos
acompañaré tu canto
me quedaré contigo
para seguir cantando.
(Genealogía 3, fragmento, II,314)