Hay algo de femenino en el centinela que nos cuida de noche.
Algo de ángel, guerrero y asexuado. Que no se
mide en su espalda.
Que no pesa en su lanza.
¿Será su ronda acinturada de pasos, tan
medidos, tan exactos?
¿Su celo de muchachita enamorada bajo la
forma inequívoca del macho?
No deja sombra sin resolver, militante, a la
luz de la lámpara.
Y hasta se esfuerza en interpretar el barro
de nuestros sueños.
Por más que ciñe una armadura pesada, unos
recios mostachos,
¡es tan delicado con sus pies!
Tan alfombra es él, que no lo sentimos entrar
desde el zaguán,
Y se queda descorporeizado en un transepto de
la oscuridad,
Pero siempre velando por nosotros.
Y, luego, vuelve a salir a la noche. Se
perpetua en la torre,
adelantándose- de qué otra manera podría ser-
no sólo al canto del gallo,
sino a
la crucifixión del sol en el Gólgota del cielo.
Volviendo a la delicada, a la delicada
filigrana de su papel de celador;
...levitando, levitando entre las sombras ya
más claras, hasta desaparecer.
ANTOFAGASTA.
Taltal (1946) Ha publicado cuatro libros de poesía – El jardín de las
sombras- Cigarra- La hoja retorcida –
Fábula necesaria.
Tiene varios relatos y una novela inédita. Ha
sido antologado en revistas nacionales y
extranjeras. Integra el grupo Altazor.
Un gusto leer tu poema, amigo...
ResponderBorrarUn saludo desde mi Santiago.
Que tengas un buen día.
***
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderBorrar